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ISSN 1989-4163

NUMERO 103 - MAYO 2019

 

La Mecedora

Francisco Marín

Autor: Anna Hernández. Editorial Versátil (2019). 352 pgs. 17,50 €

Cuando algo sale bien, decimos que ha quedado “redondo”. La mecedora, no solamente ha quedado redonda -pero sin cerrar el círculo-, además es una novela “triangular”. Triangular en cuanto lo geográfico: España, Suecia y Ucrania. Triangular en base a sus personajes principales: Elena Rius, Nils Åkerman y Mycola Solonenko. Las acciones y sentimientos, también, son triangulares: Amor, egoísmo y pasado. Podemos añadir otro trígono: Cartagena, Madrid y Barcelona. Tres son las partes en las que se divide la historia, para acabar en el capítulo setenta y tres.

La mecedora es una historia emocional. Posiblemente, lo de menos, sea la trama policial… pues la fuerza de la trama radica en escarbar en el interior del alma de cada uno de los principales actores. Hay miedo, mucho miedo.

Las heridas de Mykola Solonenko van más allá de las físicas producidas por el desastre de Chernobil. Elena Rius, abandona el confort familiar con tal de ser policía Nils Åkerman es una bomba andante, contamina todo la que roza.

El secuestro del pequeño Axel junto a Elena Rius, desencadena una serie de acontecimientos y sentimientos de lo más variopinto… desembocando en un auténtico ‘¿síndrome?’ que se verá cuando hayamos finalizado la lectura de La mecedora… 

Un asesino invisible. Dos policías. Un angustioso triángulo del que no pueden escapar. La cuenta atrás empieza con un secuestro. La tragedia se esconde en una casa perdida en los bosques suecos de Kalvträsk…

La vida de Nils Åkerman, inspector de policía en Östersund, Suecia, queda en suspenso el día que desaparece su hijo Axel, de tres años. El pequeño estaba a cargo de Elena Rius, una inspectora de policía española, amiga de la familia, que pasaba sus vacaciones con ellos. Mykola Solonenko no sabe quién es, pero debe raptarla para llevarse al niño.

Nils arrastra un oscuro pasado vinculado al sexo, al alcohol y a una pistola ilegal. Vive al borde de la locura por la desaparición de su hijo pequeño y de Elena, la mujer de la que se acaba de enamorar.

Elena lleva nadando a contracorriente desde que era una niña, en el seno de una familia de la alta burguesía catalana que lo que menos esperaba de ella es que se hiciera policía nacional.

Mykola no ha podido superar el horror de ver como su mundo se desintegraba tras la explosión de Chernóbil. Convertido en una persona de mil caras, es capaz de comportarse como un hombre que ama sin límites y tortura y mata sin piedad.

Una compleja investigación policial a escala internacional no será suficiente para desenmascararlo. Una sola mujer encadenada a un pilar, sí.

Una novela llena de acción que precipita al lector al abismo de las contradicciones y de las emociones desbocadas. Tan hipnótica como el balanceo de una mecedora…

Una historia inquietante. Demoledora.

Acabo con una pregunta: ¿Es mejor saber o no saber?

Anna Hernández (Cartagena, 1970) es licenciada en Periodismo por la UAB. Este es su debut literario, pero Anna lleva contando historias de alto impacto en radio y televisión desde hace más de veinticinco años. Ha dirigido Cataluña sin barreras, en Onda Cero, presentado el espacio Mundo social, del programa Herrera en la Onda, y Para que veas, en RNE-Radio 5. Desde hace cinco temporadas recorre el país como reportera de España Directo, de la 1 de TVE, donde elabora reportajes sociales sobre historias de superación.

Poniendo su bagaje periodístico al servicio de la ficción, Anna Hernández ha establecido una extensa red de fuentes de información en España, Suecia y Ucrania, que, junto a sus continuos viajes, la han llevado a construir unos personajes que atrapan por su realismo. Mykola Solonenko, Elena Rius y Nils Åkerman la han convertido en escritora. Ahora ella los presenta al mundo en La mecedora.

Departimos con Anna Hernández para todos los lectores de Agitadoras… Muchas gracias…

P.- ¿Quién es Anna Hernández?
R.- Una chica de provincias que a los 18 años salió de Cartagena para estudiar Periodismo en Barcelona, ocasionando un disgusto mayúsculo en su familia. Una mujer que se ha forjado así misma trabajando en los medios de comunicación. Una amante de la radio y de la escucha empática. Una persona afortunada por todo lo que está viviendo con La mecedora.

P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace La mecedora?
R.- Mykola apareció en mi camino sin que yo le viera ni supiera lo que traía para mí. 2014 fue el punto de partida. Suecia el impulso y la motivación. Los personajes, una inspiración. Y él, un sentido para todo. Una misión. La mecedora es tan mía como suya. Es de nuestras fuentes de información y de todos los personajes de las tramas que construimos.

P.- ¿Cómo se ha documentado?
R.- Leyendo, estudiando los países y las profesiones de mis personajes, viajando y haciendo montones de entrevistas a personas que los visten de realidad.

P.- ¿Por qué sitúa la acción principal de la historia en Suecia y Ucrania?
R.- En Suecia porque es el país del que me enamoré. Su luz y su oscuridad, su gris, el viento, los horizontes, las costumbres, el idioma, los valores, la baja densidad de población, la soledad, el Báltico, sus horizontes, sus gentes diversas, su forma de funcionar, sus protocolos… Nada más poner un pie en Suecia sentí que mi existencia tenía un lugar allí. Que podría haber sido sueca.
En Ucrania porque es el país de Mykola. Él me ha contagiado el amor por su patria y me ha abierto las puertas de una cultura desconocida para mí. Me ha hecho y me hace descubrir a gente maravillosa, muchas personas ucranianas con las que me siento vinculada y comprometida.

P.- Observo que, a pesar de citar a Cartagena, pasa por ella de manera muy rápida ¿por qué?
R.- Recortes editoriales. Mi manuscrito original se iba casi a 600 páginas. Había que dejar la cosa en poco más de la mitad. Mucha Cartagena cayó ahí. Lo viví como una amputación. Todavía me duele.

P.- ¿Quién es su referente en la novela negra?
R.- Henning Mankell. Él me llevó a Suecia y consiguió que Kurt Wallander fuera real para muchísimos lectores de todo el mundo. Un espejo. Un refugio. Un amigo. Un día caminando por el metro de Barcelona sentí que el personaje iba conmigo y que siempre estaría ahí, desvaneciendo la soledad. Entonces pensé que Mankell había hecho algo grande, muy grande. Inmenso. Me quedo corta para expresarlo con palabras. Maj Sjöwall y Per Wahlöö y su Martin Beck y Johan Theorin y su isla de Öland también han dejado huella en mí. ¿Sólo suecos? Como referentes mayores, sí. Pero puedo perderme con Dave Gurney y su esposa en las montañas de Catskill gracias a John Verdon y encontrarme después, o vestirme de novia con Pierre Lemaitre y asomarme por una ventana para mirar al vacío, admirar el método del cocodrilo de Maurizio de Giovanni… Siempre intento aprender algo de cada escritor porque los leo como si fueran mis maestros. En la radio tuve a mi lado al primero. Víctor del Árbol. Presencié el nacimiento de un gran escritor. El peso de los muertos y su Nahúm Márquez, un privilegio para todo el equipo del programa que compartimos.

P.- ¿Qué diferencias observa entre la novela negra "nórdica" y la novela negra "del sur"?
R.- Para mí, la novela negra nórdica es más cálida. Te mete hasta las entrañas de los personajes o así lo vivo yo. Es como quiero escribir.

P.- En el desarrollo de la trama le da más importancia a ¿psicología o sangre?
R.- Sin lugar a dudas, a la psicología. La sangre no es más que una manifestación roja de un pensamiento negro y de un sentimiento destructivo.

P.- Su arma preferida a la hora de matar ¿es?
R.- La mente.

P.- ¿Cuáles son sus géneros y autores favoritos?
Género negro. Mis autores favoritos, mis referentes suecos, pero suelo disfrutar con cualquier autor. Hasta con los que me aburren. Soy de las que acaba el libro, aunque lo viva como un martirio. El poso que queda mejora la percepción.

P.- ¿Qué está leyendo ahora mismo?
R.- Algo nuevo: La mecedora. Un clásico: Adiós muñeca. Y una recomendación: Sospechoso.

P.- Como lectora, prefiere: ¿libro electrónico o papel?
R.- Audiolibro.

P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?
R.- No repetir palabras. En Versátil dicen que más que una manía, es una obsesión y que a veces hago unas cosas rarísimas para evitarlo sin ser necesario. Posiblemente tengan razón. No cambiaré la manía. O la obsesión...

P.- Relate alguna curiosidad literaria personal que le haya ocurrido y no ha contado hasta ahora... si la hubiere.
R.- Siempre dije que no trabajaría en televisión y que no escribiría porque no había nacido para ello. Son las dos cosas que hago desde hace cinco años. Mi trabajo en televisión me permite escribir. Sin escribir para Mykola y su elenco de personajes viviría a medias. No sé si esto resulta curioso o no, pero es real.

P.- Venda su libro ¿por qué hay que leer La mecedora?
R.- Mykola Solonenko. Pronuncio su nombre y se llena mi vida. Le sigo y me veo caminando por senderos que me conducen a historias fascinantes. Él hace que quiera escucharlas, que quiera escribirlas, que quiera que el mundo las lea. Saca lo mejor de mí. Me ayuda a construir personajes redondos, completos. Tramas que enganchan. Con él nunca nada es lo que parece. Eva Olaya, editora de Versátil, escribió en una tarjeta dedicada al lector, «uno sabe cómo entra en La mecedora, pero no como saldrá». Yo diría que no sé cómo Mykola entró en mi vida. He dejado de preguntarme a dónde me llevará. El camino es el sentido. La mecedora es una etapa de ese camino que brindamos al lector. Lo he puesto todo de mí en nuestra obra, en Elena, en Nils, en Oleg, en Anatoliy, en Iryna, en Måns, en Amanda... en todos y cada uno de los personajes... Mykola lo ha puesto todo en mí. No puedo fallarle.

P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿son?
R.- Trabajar para que se lea La mecedora. Escribir la segunda entrega de Lo que no sabes te salvará. Pasar tiempo en Suecia y en Ucrania. Vestir Vyshyvanka. Volver a Mister Witt. Dejarme aconsejar por gente que entiende el mundo editorial como Esther Herranz Geble. Y ser feliz.
Y si me deja añadir algo más: gracias a Storytel, a Ediciones Versátil y a la Agencia Literaria Silvia Bastos que me representa. Gracias a Pau Centellas por sus conversaciones en inglés para que La mecedora se publique en el extranjero. Que crean en quien todavía no ha demostrado nada en un terreno tan difícil como la literatura me conmociona. Hago extensible este agradecimiento a mi ciudad natal, Cartagena, a Cartagena Negra y a todas las gentes que se han volcado en que La mecedora tenga la mejor acogida para su lanzamiento. Es muy bonito.

 

 

 

 

 


 

 

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